lunes, 11 de agosto de 2008

BURRITO ORTEGUITA




Orteguita, el de la cintura impresionante, que jubiló a Juan Simón en un clásico de 1992.
El Burrito, que se pusó de sombrero la 4x4 en marzo de 1994, un sábado antes de un partido, a escondidas de Passarella.
Orteguita, el que reemplazo con talento y sólo 20 años a Maradona en el Mundial de Estados Unidos.
El Burrito, al que el Kaiser le bancó todos sus caprichos en su época de técnico del seleccionado. Orteguita, el que mostró las mejores pinceladas de talento de uno de los mejores equipos de River en la historia (1996/97).
El Burrito, el que junto a muchos de sus compañeros escondió en el bolsillo la Medalla de Plata obtenida en Atlanta 96.
Orteguita, el que se fue en marzo del 97 en 12 millones de dólares al Valencia.
El Burrito, al cual Claudio Ranieri, su entrenador italiano en el club español, declaró: “no entrena, no trabaja, es un vago”.
Orteguita, el que iba para figura de Francia 98. El Burrito, el que le pegó el cabezazo irreverente a Van der Saar, cuando más lo necesitaba su equipo.
Orteguita, el que llenó el calcio de golazos, vistiendo la camiseta del Parma.
El Burrito, el que descendió en la Samp, con el escándalo de la detención y el alcohol.
Orteguita, el que volvió a River en 2001 para llenar de alegría nuestro fútbol.
El Burrito, el que se escapó de Turquía.
Orteguita, que llegó a Newell´s para sacarlo campeón en 2004.
El Burrito, el que no iba a entrenar nunca porque vivía de joda en Rosario.
Orteguita, el que volvió a River para darle su talento.
El Burrito, al que hay que internarlo por su adicción al alcohol, el que no puede ver a sus hijos, al que le gritan “Para el Burrito, un Termidor”.
El Burrito, el que va a terminar como Corbatta…

Ni Burrito, ni Orteguita.

Ariel Arnaldo Ortega. 34 años cumplidos el 4 de Marzo. 17 años de fútbol profesional vistiendo dos camisetas pesadísimas: Seleccionado y River Plate. De Ariel Ortega vivieron muchos que jamás pisaron una pelota. A Ariel Ortega, todos le pidieron lo máximo.

Hoy Ariel Ortega sufre, como miles de argentinos, de sus adicciones. La suya es el alcohol. Seguramente, muchos de los tantos opinólogos de la realidad contemporánea nacional, como ese periodista de Canal 9 que dijo: “Pero que quieren, si es un borracho”, deben ser ciudadanos impolutos, incapaces de caer en la bajeza del alcohol.

Son tan miserables que caen en la bajeza de la soberbia.

Ariel Ortega merece respeto. No el profesional, que bien ganado lo tiene. Sino respeto humano. Alguien que por resolución judicial no puede ver a sus hijos, no debe ser feliz.
Seguramente lo haga feliz la pelota. Pero el fútbol no es eterno.

Tal vez no se recupere de su adicción. Tal vez si. Pero por favor. Que la decisión de vida que tome, más allá del cariño de quienes disfrutamos de su juego. No pase por una íntima decisión de vida. No por dos puntos de rating o 20.000 miserables diarios más.

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