miércoles, 20 de agosto de 2008

El Mediático Récord de Martín


En la última semana, con su gol ante Arsenal en la Recopa, Martín Palermo llegó a un número de goles no sólo esperado por él, sino por dirigentes y sponsors: 180. Esas fueron sus conquistas desde que arribó a Boca en 1997. Esa cantidad de goles le permite igualar la marca de Francisco “Pancho” Varallo con la camiseta xeneize entre 1931 y 1939.

En los últimos meses mucho se habló del “récord”. Desde el la mediática y marketinera bandera del “Final Countdown”, que el tesorero Salvestrini sacaba desde su palco, y en la cual tachaba los goles que faltaban para el récord, hasta la campaña publicitaria de Nike, rebautizando la estación Palermo del subterraneo. Todo suma para sumar en el mundo de los contratos y las finanzas.

Ahora. ¿Cuáles son los criterios y cual sería la realidad?

Históricamente, quienes hacemos estadísticas, por un viejo vicio que se presume en la falta de investigación, tomamos como parámetro de las estadísticas futboleras el advenimiento del profesionalismo, en mayo de 1931. Antes, el fútbol tenía las mismas reglas, jugadores, hasta el mismo precio de las entradas. Pero se entendió que el comienzo de la era rentada significaba una bisagra.

Dante Panzeri fue el primer periodista en achacar esto. El hacía sus estadísticas contando el amateurismo. Y está bien que sea así. Por lo anteriormente expuesto. Con ese mismo criterio podríamos hacer nuevas estadísticas desde puntos que nos resultaran de inflexión. Por ejemplo, desde 1992, año desde el cual los arqueros no pueden tomar más la pelota con las manos de un pase de un compañero, y que por ende, cambió notablemente el sentido del juego.

Pero no. El periodismo en general, reitero, por su carencia de voluntad investigadora, tomó siempre las estadísticas del profesionalismo. Y no sólo eso. Sólo se sumaron los goles convertidos en el torneo oficial de AFA. Ni Copa Becar Varela, Suecia, Argentina u tantas otras de tinte oficial que organizó la casa de la calle Viamonte.

Por ende, si sólo contamos profesionalismo y campeonato oficial, Varallo suma 180. Pero claro, venimos diciendo que antes de 1931 había fútbol. Y Boca jugaba esos torneos. Entonces tenemos que sumar las carreras de Roberto Cherro y Domingo Tarascone.

Y ahí le complicamos el record a Palermo, las finanzas a Salvestrini y las ventas a Nike.

¿Porque? Por que Cherro, Cabecita de Oro, sólo en torneos oficiales, marcó 221 goles, 100 clavados en el profesionalismo. Y Tarascone, Tarasca, según http://www.informexeneize.com.ar/, la web más seria sobre estadísticas boquenses, llega a los 195 goles.
Entonces ¿Palermo es el máximo goleador de Boca?

Si tomamos el profesionalismo y sumamos los goles internacionales, Si. Si utilizamos como parámetro el profesionalismo, y utilizamos el viejo criterio de contar solo los goles del torneo oficial, no. Palermo, hasta el 17/8/2008, suma 154 en AFA.

Palermo, contando el total de conquistas, llegó a 194. Esta a 27 de Cherro. Si lo alcanza será un símbolo de superación increíble. Pero por ahora, y por más que le duela a muchos, está a 27 goles de ser el máximo goleador xeneize.

Por más que el tesorero saque la bandera en inglés y Nike rebautize estaciones de subte.
PODES ENTERARTE DE MUCHO MAS EN: WWW.XENEN.COM.AR

lunes, 11 de agosto de 2008

BURRITO ORTEGUITA




Orteguita, el de la cintura impresionante, que jubiló a Juan Simón en un clásico de 1992.
El Burrito, que se pusó de sombrero la 4x4 en marzo de 1994, un sábado antes de un partido, a escondidas de Passarella.
Orteguita, el que reemplazo con talento y sólo 20 años a Maradona en el Mundial de Estados Unidos.
El Burrito, al que el Kaiser le bancó todos sus caprichos en su época de técnico del seleccionado. Orteguita, el que mostró las mejores pinceladas de talento de uno de los mejores equipos de River en la historia (1996/97).
El Burrito, el que junto a muchos de sus compañeros escondió en el bolsillo la Medalla de Plata obtenida en Atlanta 96.
Orteguita, el que se fue en marzo del 97 en 12 millones de dólares al Valencia.
El Burrito, al cual Claudio Ranieri, su entrenador italiano en el club español, declaró: “no entrena, no trabaja, es un vago”.
Orteguita, el que iba para figura de Francia 98. El Burrito, el que le pegó el cabezazo irreverente a Van der Saar, cuando más lo necesitaba su equipo.
Orteguita, el que llenó el calcio de golazos, vistiendo la camiseta del Parma.
El Burrito, el que descendió en la Samp, con el escándalo de la detención y el alcohol.
Orteguita, el que volvió a River en 2001 para llenar de alegría nuestro fútbol.
El Burrito, el que se escapó de Turquía.
Orteguita, que llegó a Newell´s para sacarlo campeón en 2004.
El Burrito, el que no iba a entrenar nunca porque vivía de joda en Rosario.
Orteguita, el que volvió a River para darle su talento.
El Burrito, al que hay que internarlo por su adicción al alcohol, el que no puede ver a sus hijos, al que le gritan “Para el Burrito, un Termidor”.
El Burrito, el que va a terminar como Corbatta…

Ni Burrito, ni Orteguita.

Ariel Arnaldo Ortega. 34 años cumplidos el 4 de Marzo. 17 años de fútbol profesional vistiendo dos camisetas pesadísimas: Seleccionado y River Plate. De Ariel Ortega vivieron muchos que jamás pisaron una pelota. A Ariel Ortega, todos le pidieron lo máximo.

Hoy Ariel Ortega sufre, como miles de argentinos, de sus adicciones. La suya es el alcohol. Seguramente, muchos de los tantos opinólogos de la realidad contemporánea nacional, como ese periodista de Canal 9 que dijo: “Pero que quieren, si es un borracho”, deben ser ciudadanos impolutos, incapaces de caer en la bajeza del alcohol.

Son tan miserables que caen en la bajeza de la soberbia.

Ariel Ortega merece respeto. No el profesional, que bien ganado lo tiene. Sino respeto humano. Alguien que por resolución judicial no puede ver a sus hijos, no debe ser feliz.
Seguramente lo haga feliz la pelota. Pero el fútbol no es eterno.

Tal vez no se recupere de su adicción. Tal vez si. Pero por favor. Que la decisión de vida que tome, más allá del cariño de quienes disfrutamos de su juego. No pase por una íntima decisión de vida. No por dos puntos de rating o 20.000 miserables diarios más.